Trayectoria
Abelardo nació el 4 de Noviembre de 1938 en la ciudad de Pinar del Río. Realizó su Bachillerato en Ciencias en el Instituto de Segunda Enseñanza de esa ciudad a partir del curso 1951-1952 hasta el curso 1955-1956.
Su título de Bachiller en Ciencias fue expedido el 12 de Julio de 1956 pero por estar cerrada la Universidad de La Habana en esos duros años finales de la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista, no fue hasta el curso 1959-1960 que pudo comenzar sus estudios de Medicina, los cuales concluyó en el año 1965 participando en la histórica graduación de los médicos y estomatólogos en el Pico Turquino en el acto presidido por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz del cual se cumplieron recientemente 45 años.
Gracias a su perseverancia en sus estudios logró graduarse además de Doctor en Medicina, también de Licenciado en Ciencias Sociales, Master en Salud Pública (graduado en México) y Especialista de Segundo Grado en Organización y Administración de Salud, de cuya Sociedad Científica fue Presidente durante varios años con una meritoria labor donde su prestigio, valor del ejemplo y liderazgo propiciaron destacar la utilidad y la necesidad de esta especialidad de la Salud Pública para coadyuvar a la sostenibilidad económica, política y social de un sistema de salud.
Luego de estar al frente de diferentes instituciones de salud en su provincia natal, asumió durante 15 años las direcciones provinciales de Salud Pública en Pinar del Río, Matanzas, La Habana, en la antigua división político administrativa del país, y Ciudad de La Habana ya con la nueva división implementada a partir de 1976.
Por sus resultados en el trabajo fue promovido a las responsabilidades de viceministro del Área de Desarrollo y en las esferas de Asistencia Médica y Social, Higiene y Epidemiología y Medicamentos. Desde 1993 y hasta el momento de su fallecimiento en el año 2002 ocupaba el cargo de viceministro primero del Ministerio de Salud Pública de Cuba.
Es de destacar que en la etapa de la lucha revolucionaria fue miembro en su natal Pinar del Río del Movimiento 26 de Julio y posteriormente, fundador del Partido Comunista de Cuba del cual llegó a ser integrante de sus comités provinciales en La Habana y Ciudad de La Habana.
El Dr. Abelardo Ramírez fue miembro de numerosas Sociedades Científicas, vicepresidente del Comité Ejecutivo de la Organización Panamericana de la Salud y al morir presidía la Federación Latinoamericana de Termalismo y el Centro Latinoamericano de Medicina de Desastres, concebido y fundado por él.
Fue fundador y coordinador del Programa del Médico y la Enfermera de la familia y su presencia física y liderazgo natural se hizo presente como Jefe de las Brigadas Médicas cubanas para la atención a desastres en Armenia, Colombia, Angola y Nicaragua.
Su proyección internacional se puso de manifiesto también en su participación en cientos de congresos nacionales e internacionales y en la representación de nuestro país en el seguimiento de los planes de colaboración con los Ministerios de Salud de Irak, Argelia, Frente Polisario, Perú, Ecuador y Colombia, entre otros; y en las sesiones de las Comisiones Mixtas Intergubernamentales efectuadas con Rusia, Bielorrusia y Vietnam, así como en diferentes Asambleas Mundiales de la Salud y en las reuniones regionales de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Su faceta como Maestro de las nuevas generaciones se puso de manifiesto en su actuar como Profesor de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y del Instituto de Desarrollo de la Salud, institución posteriormente devenida en Facultad de Salud Pública de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y actualmente Escuela Nacional de Salud Pública, impartiendo temas de Salud Pública, Medicina Familiar y Ética Médica, disciplinas éstas de las cuales fue un ferviente y prolífero autor y defensor con numerosas publicaciones nacionales e internacionales.
La esfera de la investigación no estuvo ajena a su vida. Así, se destaca su participación en los estudios conjuntos de Cuba con el CDC de Atlanta, Estados Unidos de América, durante la epidemia de Neuropatía que nos afectó en el año 1993 y otras investigaciones y labores como miembro de tribunales estatales y como tutor y asesor de tesis de terminación de residencias y de maestrías en el campo de la salud pública.
En el momento de su fallecimiento, el 27 de Diciembre de 2002, estaba presto para defender su doctorado ante el tribunal nombrado a tales efectos, recibiendo el Grado Científico de Doctor en Ciencias de la Salud Post-Mortem.
Por su humildad, sencillez, altruismo, culto a la amistad y al compañerismo y dedicación a la Salud Pública desde su diario quehacer como salubrista revolucionario comprometido con su tiempo, con sus ideas, con su pueblo, y con su humilde cuna que nunca olvidó a pesar de las altas responsabilidades desempeñadas por él en su vida, recibió numerosas condecoraciones por sus servicios a la Patria y se ganó el respeto y la admiración de todos aquellos que tuvimos la suerte de conocerle en sus funciones como directivo y como un Hombre con valores de solidaridad y humanismo a toda costa.
El miércoles 13 de Marzo de 1957, José Antonio Echeverría lee en los micrófonos de Radio Reloj su alocución al pueblo de Cuba en los mismos instantes en que un puñado de hombres realizan un acto de extraordinaria audacia y valentía, como lo calificara Fidel: el asalto al Palacio Presidencial.
José Antonio, muy exaltado, y consciente de que cumple con el compromiso de la Carta de México que firmaran él a nombre de la Federación Estudiantil Universitaria y Fidel por el Movimiento 26 de Julio, después de la toma de Radio Reloj y de su inconclusa alocución al pueblo de Cuba, ya dispuesto a tomar el auto que lo conduciría hacia la inmortalidad al caer en combate en un costado de su querida Universidad de La Habana, le dice al combatiente José Assef: “Moro, ya yo puedo morirme tranquilo. Vámonos”.
En estos momentos los salubristas cubanos, los hombres y mujeres que hemos dedicado toda una vida a la causa de la salud pública fuera y dentro de nuestra Patria, no podemos exclamar como José Antonio que ya podemos morirnos tranquilos púes hay un compromiso con la historia y una obra inconclusa por realizar.
Los recuerdos que hoy aquí se han manifestado han hilvanado una historia común que tiene diferente ángulos según lo que a cada cual le tocó vivir. Alrededor de la figura histórica de Abelardo se desarrollaron varias generaciones de directivos y salubristas cubanos pero Abelardo ya no está entre nosotros físicamente. Su desaparición manifiesta con crudeza la fragilidad de los bienes temporales y lo efímero de la vida material pero, sin embargo, su memoria, su leyenda, nos acompañará siempre a todos los que tuvimos la dicha y el honor de trabajar en su época.
Pero, ¿qué sucederá con las nuevas generaciones de directivos y salubristas del Sistema Nacional de Salud de Cuba?
¿Conocerán de la vida y la obra del Dr. Abelardo Ramírez Márquez y de tantas otras personalidades que como él se dedicaron en cuerpo y alma a la construcción y consolidación de un sistema nacional de salud dentro de un proyecto de justicia social en una Cuba con todos y para el bien de todos?
¿Conocerán la historia del directivo salubrista que miles de cubanas y cubanos a lo largo y ancho de nuestro cocodrilo verde consideraban en todos estos años, pero con mayor énfasis, en los años más crudos del Período Especial en los inicios de la década de los 90s, una esperanza para enfrentar las adversidades que la vida y sus circunstancias les imponían por diferentes causas?
Es un imperativo del momento actual del desarrollo histórico concreto de la sociedad cubana lograr que esta memoria histórica no se pierda. La Historia de Cuba y la Historia de la Salud Pública Cubana siempre han andado de la mano. El enfoque histórico se impone.
Este es un aspecto de nuestra obra inconclusa que precisa acometer la Escuela Cubana de Salud Pública, la que tiene sus orígenes en Tomas Romay con la vacunación antivariólica y Carlos Juan Finlay con la Escuela de Higienistas Cubanos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y que debe acometerse para ser dignos continuadores de la obra y el pensamiento de todos aquellos que como el Dr. Abelardo Ramírez Márquez, un hombre con valores de solidaridad y humanismo a toda costa, nos han legado para la posteridad.